"De Málaga a Granada: Playas, Historia y Aventura en el Corazón de Andalucía"

Una noche larga y un nuevo destino

El viernes por la noche preparamos nuestras valijas con anticipación y tomamos el tren alrededor de las 22hs. hacia Fiumicino, el aeropuerto romano. Nuestro vuelo de Ryanair salía a las 6:40 AM, y preferimos llegar con tiempo para evitar contratiempos, como que el taxi no apareciera. Fue una noche larga e incómoda; con el Vip Lounge, las tiendas y el free shop cerrados, nos tocó intentar dormir entre las sillas del aeropuerto o directamente en el suelo. Finalmente, a las 5:30 AM comenzó el boarding, y estábamos listos para despegar.

Tras un vuelo tranquilo (o al menos eso creo, porque dormí las tres horas completas), llegamos a Málaga cerca de las 10 AM. Desde el primer momento, esta ciudad nos conquistó y terminó siendo mi favorita de todo el viaje. Tomamos un bus desde el aeropuerto al centro, y luego de caminar unos 10 minutos llegamos a Peña 19, nuestro alojamiento por las siguientes tres noches. Frederic, nuestro anfitrión, fue sumamente amable: nos permitió dejar el equipaje mientras limpiaban el departamento y nos dio excelentes recomendaciones sobre actividades, playas y restaurantes en la ciudad. Sabíamos que habíamos elegido bien.

Espera en Fiumicino

Explorando Málaga: playas, historia y sabores locales

Ese mediodía seguimos la primera recomendación de Frederic y almorzamos en La Peregrina, un bar local. Todo estuvo delicioso, pero las croquetas de choco y gambas se llevaron el premio. Con el departamento listo, nos cambiamos y nos dirigimos a La Malagueta, la playa más céntrica, donde disfrutamos del sol y nos refrescamos en las aguas azuladas del Mediterráneo. Málaga también nos sorprendió con el intenso movimiento de cruceros en su puerto, un detalle que le da un toque cosmopolita.

Por la tarde a las 19:30 participamos en un entretenido free tour guiado por Anito. El recorrido comenzó en la Plaza de la Marina frente al puerto y al inicio de la famosa Calle Larios. Caminamos por calles llenas de historia y finalizamos en la plaza de la Merced, justo frente a la casa natal de Pablo Picasso. Fue una gran introducción a esta maravillosa ciudad.

La Malagueta
Palmeral de las Sorpresas
La Manquita de Fondo

Al día siguiente, nos dedicamos a explorar algunos de los lugares más icónicos de Málaga: la Plaza de Toros, la Alcazaba, el Castillo de Gibralfaro, el puerto, el Museo Pompidou y el Museo de Pablo Picasso. La ciudad seguía sorprendiéndonos con su combinación perfecta de historia, cultura y encanto.

Para nuestro último día en Málaga, decidimos visitar El Pedregalejo, una playa ubicada en un pintoresco barrio de pescadores a solo 3 km de nuestro alojamiento. Sus aguas cálidas y tranquilas fueron ideales para relajarnos. Además, aprovechamos para almorzar en uno de los chiringuitos (restaurantes playeros), donde disfrutamos una exquisita paella y unos espetos de sardinas asadas, todo con vistas al mar. Fue un cierre perfecto para nuestra estadía en esta maravillosa ciudad.

Calle Larios
Museo Pompidou
Camino al Pedregalejo
Desde el Castillo de Gibralfaro
Almuerzo en un chiringuito
Relax en el agua

Granada: historia y un toque de relax

El siguiente destino fue Granada, al que llegamos después de nuestro debut en micros de larga distancia con la empresa Alsa. Salimos a las 10 AM y, tras 90 minutos de viaje, nos encontramos con una ciudad que nos dio una bienvenida inesperada: un colectivero con el característico “malafollá” granadino, esa mezcla de humor seco y malhumor que parece ser parte de la identidad local según nos comentó gente de la zona.

Nos hospedamos en Apartamento La Maleta, un lugar con un toque especial: tenía una terraza con jacuzzi que se podía reservar por hora. Además, nuestro anfitrión Sergio nos sorprendió regalándonos un masaje de 20 minutos realizado por una masajista local. Dani y los chicos no perdieron la oportunidad de disfrutarlo al día siguiente.

La Alhambra
Jacuzzi en el alojamiento

Recorriendo Granada: entre cultura y vistas panorámicas

Participamos en un free tour guiado por Rosa. Aunque no nos gustó tanto su estilo como el de otros guías, el recorrido fue interesante. Comenzamos en la Plaza de Bib Rambla y visitamos la Capilla Real, donde descansan los Reyes Católicos. Desde allí, disfrutamos de vistas panorámicas de La Alhambra, pasamos por el barrio del Albaicín Bajo y terminamos en la Plaza de Santa Ana.

El día siguiente estuvo dedicado a visitar La Alhambra, la razón principal de nuestra visita a Granada. Nuestra entrada era a las 9 AM, y nos recomendaron comenzar por la Alcazaba debido al calor extremo (51º C de sensación térmica). Posteriormente, recorrimos los Palacios Nazaríes, la Medina y el Generalife. Este lugar es un espectáculo de historia, arquitectura y belleza, y no sorprende que sea Patrimonio de la Humanidad desde 1984.

Palacio de Carlos V
Centro comercial de Granada
Generalife

Dulces despedidas en Granada

Este el cual era nuestro último día en la ciudad terminó de la manera más relajada. Visitamos la Iglesia del Sagrario que dentro tiene la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua en la cual las 24 hs del día hay unas monjas totalmente cubiertas de pies a cabeza rezándo en completo silencio (entrar ahí y ver ese espectaculo es bastante Creepy), luego comimos en los “100 Montaditos”, un lugar que visitamos varias veces durante el viaje, y probamos el pionono, un postre típico granadino con una textura suave y un sabor que recuerda a un flan. Fue la despedida perfecta para una ciudad que nos dejó grandes recuerdos y nuevas anécdotas para contar.

Monja de clausura
El famoso pionono
Fuente de las Granadas

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