Día de ensueño en Praia dos Carneiros

El miércoles, después de nuestro infaltable desayuno frutal en la terraza, nos pasaron a buscar por el alojamiento a las 8:30 para llevarnos a Praia dos Carneiros, para lo cual debíamos salir del estado de Pernambuco que es al cual pertenece Porto de Galinhas e ir a Tamandaré . El traslado fue en una Chevrolet Spin, un taxi amplio y cómodo. Antes de emprender el viaje, hicimos una parada en Muro Alto para recoger a una familia de cuatro personas.

El trayecto de 50 km nos tomó unos 80 minutos, en una ruta que no estaba en las mejores condiciones, pero el paisaje hacía que el viaje fuera más llevadero. Finalmente, llegamos a una especie de guardería náutica, donde un catamarán nos esperaba para dar inicio a la excursión.

Nuestra primera parada fue en el complejo Bora Bora, un famoso parador donde subieron más pasajeros. Desde allí, continuamos navegando hasta nuestra siguiente parada: la Capilla de São Benedito, también conocida como Igrejinha dos Carneiros. Esta pequeña iglesia tiene la particularidad de estar ubicada sobre la playa, con una vista inigualable al mar. Además, es privada y pertenece a la misma familia desde hace más de un siglo. Su encanto la convierte en un lugar muy solicitado no solo para misas, sino también para ceremonias privadas, especialmente bodas.

Luego de unos 20 minutos recorriendo la iglesia y la playa, volvimos al catamarán y partimos rumbo a la Isla de los Cocodrilos (su nombre se debe a la forma de la isla y no a la presencia de estos reptiles, aunque para verla claramente, dicen que hay que tomarse un par de caipirinhas antes 😆).

Aquí tuvimos una experiencia diferente: un baño de arcilla con distintos tipos según la parte del cuerpo. Según nos contaron, estas arcillas tienen propiedades que ayudan con estrías, dolores musculares y la circulación. Más allá de su efectividad, fue una actividad divertida y distinta.

De vuelta en la embarcación, nos dirigimos a lo que, para mí, fue uno de los mejores destinos del viaje: el banco de arena y las piscinas naturales. Un lugar increíble en medio del mar, rodeado de aguas cristalinas y cálidas. En un sector, la temperatura del agua era tan alta que costaba quedarse sumergido. Visual y sensorialmente, este sitio es impresionante, y daban ganas de quedarnos mucho más de los 20 o 25 minutos que nos dieron. Sin embargo, era hora de regresar y dar por finalizada esta primera parte del día a bordo del catamarán.

Al llegar nuevamente a la costa, nos esperaba el guía de la excursión, quien nos llevó a un parador sobre la playa. Allí almorzamos y pasamos el resto de la jornada disfrutando de este destino idílico. Sin lugar a dudas, Praia dos Carneiros es un lugar al que me encantaría volver, pero por mi cuenta, sin las restricciones de tiempo de una excursión.

De regreso en el departamento, nos bañamos y salimos a tomar un café con tortas en el centro. Después de eso, volvimos temprano, cenamos y nos acostamos rápido, ya que al día siguiente nos pasaban a buscar a las 5:30 AM para ir a Maragogi.

En la Capilla de São Benedito
Baño de arcilla
Coloviajero quemándose en el agua
Enamoradísimos

Maragogi: Un paraíso con sabor agridulce

El jueves arrancó muy temprano. Nos despertamos a las 4 AM para ver el amanecer y prepararnos, ya que Erick, de la agencia AM Turismo, nos había asegurado que nos pasarían a buscar a las 5:30. Pero esta fue la primera de muchas mentiras que nos diría este impresentable.

A las 5:45, al ver que no llegaban, comencé a escribirle. Al rato, me respondió con un “ya están yendo” (otra mentira más). Luego de varios mensajes y promesas incumplidas, finalmente se comunicó el guía, quien nos dijo que pasaría pronto. Recién cerca de las 7 AM llegó el micro. Todos los que estaban a bordo se quejaban de lo mismo: una demora de más de una hora.

Finalmente, con todos los grupos a bordo, emprendimos el viaje de 85 km hasta Maragogi, en el estado de Alagoas. Durante el trayecto, un supuesto “guía de turismo” nos relató algunas particularidades del lugar, pero el 80% del tiempo lo dedicó a vendernos excursiones para cuando llegáramos a destino. Insoportable.

Llegamos cerca de las 10 AM, pero tuvimos que esperar hasta las 10:40 a que llegara la lancha que nos llevaría al Camino de Moisés y las piscinas naturales.

Como la marea iba a empezar a subir, lo primero que hicimos fue ir al Camino de Moisés, un banco de arena que emerge en el mar y permite caminar “sobre el agua”. Para apreciarlo sin agua, la marea debe estar entre 0 y 0,1. Ese día, estaba en 0,3, así que se veía, pero con agua hasta los tobillos (dato clave a tener en cuenta, porque con más de 0,5 ya no se distingue).

Si bien el color del agua, la temperatura y la naturaleza eran alucinantes en este sector del llamado Caribe brasileño, la cantidad de comerciantes vendiendo de todo hacía que la experiencia no fuera tan mágica como imaginaba. Después de unos 30 minutos, partimos hacia las piscinas naturales, un lugar hermoso y bien cuidado por la gente de fauna marina del lugar.

Lamentablemente, debido a la subida de la marea, solo pudimos estar 30 minutos, cuando nos habían prometido una hora. Pero la culpa no fue del personal del lugar, sino de la agencia, que llegó tarde y nos hizo perder tiempo valioso.

De regreso en la playa, nos dirigimos al restaurante Villa Barra Grande Receptivo, donde supuestamente teníamos sombrilla incluida en la excursión. Otra mentira. Nos cobraron BRL 20 por persona. Para colmo, la comida era cara y mala (basta ver las calificaciones en TripAdvisor). Por suerte, habíamos llevado algo para comer.

Después de almorzar y descansar un rato, fuimos a caminar hasta la playa Antunes, uno de los destinos top de Maragogi y, a diferencia de Barra Grande, mucho menos saturado de gente.

Grande fue nuestra sorpresa cuando a las 15:30 apareció el “guía” (quien solo nos había guiado dentro del micro para vender excursiones) diciendo que el transporte ya nos esperaba. Le expliqué que en la agencia nos habían dicho que la vuelta era a las 16:30 (otra mentira más, ya ni las contaba). Su respuesta fue que él no tenía nada que ver con la agencia y que nos teníamos que ir sí o sí.

En resumen, Maragogi es un lugar paradisíaco y hermoso, al que sin dudas le daría otra oportunidad. Pero la experiencia quedó empañada por las mentiras de AM Turismo y por lo invasivo del comercio en la playa, especialmente en Barra Grande y el Camino de Moisés.

Al regresar al departamento, Dani seguía descompuesta desde la mañana y su malestar había empeorado. Así que nos quedamos allí, descansando.

Sin dudas, no fue el mejor día del viaje. Pero en algún momento, le daremos la revancha a Maragogi.

Amaneciendo en Porto
El camino con un poco de agua
La Diosa posando en el camino
Disfrutando la vida

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